Dice Elena Poniatowska que un terremoto es un descubrimiento. ¡Tiene razón! Descubrimos que están equivocados quienes pretenden construir un país donde no hay lugar para los jóvenes. Equivocados porque fueron los jóvenes quienes rescataron de los escombros la esperanza que la corrupción había enterrado.

Salieron a las calles para darle una lección a nuestro presente y demostraron, que no merecen un futuro que los condene a vivir prisioneros del miedo y la incertidumbre.

Tomaron el país en sus manos y con sus voces gritaron el mensaje correcto: “Se metieron con la generación equivocada”.

– Señor Gobernador, compañeros Diputados, Magistrados, Presidentes de Partidos, México:

No tenemos más tiempo. La indignación acumulada en nuestra sociedad lastimada por la indiferencia y el abandono de sus gobiernos, ha detonado la mayor crisis política de nuestra historia. Negarlo, no sólo nos convertiría en cínicos, sino en cómplices de un sistema que oculta su verdadero propósito. Enfrentamos una ruptura real entre las instituciones y su pueblo, y de no tomar las decisiones correctas, seremos responsables de no salvaguardar el patrimonio de nuestra nación: su democracia.

La historia nos pone a prueba y no tenemos margen de error. Ser autocríticos nos permitirá encontrar el equilibrio que nos ayude a crecer, para convertir nuestras diferencias en oportunidades que diluyan los intereses ajenos a nuestro deber, para que los lazos que nos unan estén hechos de compromisos sociales y no de pactos privados.

Mirarnos hacia adentro, implicará reconocer que la desconfianza ciudadana en este gobierno está justificada, no podemos engañarnos simulando bienestar cuando asesinan a quien persigue la verdad, cuando desaparecen a mujeres por solo serlo, cuando miles de jóvenes no tienen un lugar en la Universidad Pública, cuando miles de familias viven en la miseria, mientras una minoría concentra niveles absurdos de riqueza.

Los retos son de dimensiones colosales, pero estoy convencido de que es posible transformar nuestro sistema político en uno que contemple el servicio como valor y NO COMO NEGOCIO.

Un sistema que no promueva sus obligaciones como logros personales y que tenga la autoridad moral para mirar de frente a su pueblo, uno que se despoje de privilegios para demostrar que la austeridad no significa sacrificio, sino prescindir de lo innecesario.

Un sistema político convencido de que el único proyecto social que garantiza el desarrollo es la educación pública, uno que trabaje para fortalecer los derechos sociales y no para desaparecerlos. Estoy convencido de que podremos hacerlo, lo que nos compromete es la justicia, la dignidad y el futuro.

Celebro, Señor Gobernador, la firme decisión de cancelar el evento masivo correspondiente a su segundo informe, en solidaridad con las personas damnificadas por los pasados sismos que sacudieron al país. Es una muestra solidaria y congruente, que pone de manifiesto la necesidad de sumar esfuerzos para atender una causa más importante.

Su iniciativa debe marcar un precedente para discutir de inmediato y en lo profundo, cuáles deben ser las prioridades presupuestales para encarar las verdaderas urgencias que nuestra sociedad demanda
y que por años han sido ignoradas.

Porque antes de los lamentables acontecimientos del 7 y 19 de septiembre, ya había damnificados, víctimas de la pobreza, de la desigualdad, de la impunidad, del crimen. Ningún gobierno consideró que era una ofensa tirar miles de millones de pesos en campañas publicitarias, mientras la gente moría de hambre.

Los congresos decidieron recortar presupuesto a la educación, a la cultura, a la salud, al turismo, antes que poner en riesgo sus partidas.

Pero hoy la exigencia de un pueblo con la paciencia agotada ha dado un gran paso: hacerle ver a toda la clase política que el recurso público es de los ciudadanos. La solidaridad es un valor de efecto inmediato y no de efecto forzado.

Los donativos y las renuncias parciales a los financiamientos de partidos “suman” para la reconstrucción de los daños, pero no son la solución de fondo.

Si no hacemos un cambio permanente en las prioridades presupuestales, si no garantizamos que el destino de los impuestos atienda las necesidades fundamentales de la sociedad, estaremos comprometiendo el futuro de generaciones enteras a la incertidumbre y nuestro desarrollo quedaría subordinado a las órdenes del mercado. El privilegio que le dan los gobiernos a las obras públicas sobre otros rubros es un indicador que nos muestra lo que están entendiendo por progreso.

La educación, la salud, la cultura, son sectores que han ido colocando paulatinamente en la “categoría de servicios”, donde es la población la que paga por obtenerlos.

Querétaro enfrenta cifras alarmantes en materia de seguridad, al mismo tiempo que estrena una nueva opción de transporte público diferente, moderno y muy costoso. Los contrastes entre la estética de una ciudad que pretende ser de clase mundial y una población temerosa de salir a las calles por la inseguridad, nos muestra el desequilibrio en la aplicación de los recursos y las prioridades de este gobierno.

Hagamos de esta experiencia un símbolo de respeto a la sociedad. Que los eventos oficiales no estén marcados por el derroche y la opulencia; que los informes no sean más esas celebraciones confinadas donde usan a nuestra policía para evitar que la comunidad se acerque y donde se aplaude por consigna a una recopilación de autoelogios.

Llevemos el debate a la gente, rompamos con las prácticas insultantes de la parafernalia virreinal, que sólo asoma la poca memoria histórica y la poca vergüenza.

No tengamos miedo a la crítica, que sin ella no tenemos oportunidad de ser mejores. Hagamos de la austeridad una costumbre y usemos con responsabilidad los recursos. Regresemos a los lugares donde nos dieron su confianza y restablezcamos la confianza y la armonía con la gente que nos puso en este lugar y que es la que más nos necesita. No dejo de pensar en las crudas imágenes de las personas abatidas por formar parte de grupos criminales, arrestadas por algún delito, perseguidas por violar la ley o formando pandillas violentas en sus barrios, todas tienen algo en común: son jóvenes… Jóvenes que quedaron fuera de las oportunidades, fuera de las prioridades. Posibles estudiantes, posibles deportistas, posibles trabajadores.

No podemos permitir que la juventud detenga sus sueños por falta de espacios o por falta de recursos. La educación es la única inversión que garantiza el desarrollo de una sociedad y sin un recurso fijo para sus funciones, no hay proyecto social sustentable.

Porque estudiar en un aula de clases no debe ser un privilegio que se deba comprar, es un derecho que debemos garantizar y es el único camino que nos permitirá combatir con paso firme, los problemas que hoy azotan nuestro estado. Pongamos el recurso en el corazón de nuestro estado.

El señor Gobernador dijo que la Universidad de Arkansas es de lo mejor del mundo, pero yo le voy a decir a nuestra Universidad Autónoma de Querétaro lo mismo que les dijo el General Ignacio Zaragoza a sus soldados, antes de enfrentar al ejército francés cuerpo a cuerpo en la gloriosa batalla de Puebla:
“Ellos podrán ser el mejor ejercito del mundo, pero ustedes son los mejores hijos de México”. Y ganamos…

Muchas gracias.

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